Cuando se habla de oferta monetaria se
hace referencia a la cantidad de dinero que hay en manos del público en un
determinado momento. La oferta monetaria tiene dos componentes: el dinero legal, que está
formado por los billetes y monedas que constituyen el efectivo en manos del
público; y el dinero
bancario, que está formado por los depósitos que existen en los
bancos y demás intermediarios financieros. Estos depósitos bancarios se dividen
a su vez en tres tipos: Depósitos
a la vista (disposición inmediata) Depósitos de
ahorro (libretas de ahorro) Depósitos a plazo (mantener
dinero en un plazo fijo). Por
consiguiente, la oferta monetaria está formada por el efectivo en manos del
público (los billetes y monedas) y los depósitos.
En una economía
desarrollada no es fácil establecer una línea que diferencie entre los activos
que pueden ser denominados dinero y los demás. Puesto que se entiende que
dinero es cualquier cosa que pueda ser usada en pago por una deuda, hay una
variedad de formas de definir o medir la oferta del dinero y en concreto en la
medición del dinero bancario. Las formas más restrictivas de medir la oferta
tienen en cuenta sólo esas formas de dinero disponibles para transacciones
inmediatas, mientras que definiciones más amplias consideran dinero el
almacenamiento de algo de valor.
Oferta monetaria, también
llamada a veces liquidez, la oferta monetaria es la cantidad total de dinero
que existe en una economía. Hay varias posibles definiciones del concepto de acuerdo
al tipo de los activos que se consideren como integrantes de la liquidez
existente. En su definición más restringida, la oferta monetaria está
constituida exclusivamente por los billetes y monedas en circulación más los
depósitos a la vista o en cuenta corriente que se hallan en el sistema
bancario.
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